Culebrón universitario
- ¿Me ayudas a pegar unas notas en la pared? - Me dice con las hojas y un rollo de celo en la mano.
- A lo mejor son hasta las que vengo a ver - Le digo - ¿Me las dejas ver primero?
- Te esperas a que estén colgadas (¡!)
Eran las cuatro y media, más o menos. La primera en la frente. Un 3. Suspenso de nuevo. Mañana iré a revisión. Ahora viene lo surrealista...
- He cambiado los criterios de la evaluación de la asignatura para el curso que viene.
¡Sorpresa!, pienso.
- Los puedes ver en este cartel - dice señalándolo.
El cartel viene a decir algo así como que, debido al cambio de la fecha de las convocatorias, su asignatura tendrá las tres convocatorias en enero, febrero y septiembre y que, como ella pensaba que los proyectos que hay que presentar para superar la asignatura se deben hacer durante las prácticas que tienen lugar en el segundo cuatrimestre (¡qué ilusa!) y, por lo tanto, los alumnos los presentaban en junio (¡qué ilusa!), ella no podía obligar a sus alumnos a acabar la carrera en el mes de septiembre (tururú). Por eso, a partir del curso 2006-2007, para aprobar la asignatura sólo hacía falta aprobar el examen (70% de la nota) y participar en las clases prácticas y entregar los trabajos prácticos (30% de la nota).
¡Genial! No sólo por haber hecho el proyecto como un gilipollas y haber perdido dos semanas del mes de septiembre esperando a que saliera una nota, sino también porque guarda las notas, tanto del examen como de los trabajos prácticos. La crítica del libro, además, hecha el año pasado, ya no sirve para nada...
- Te tendrás que matricular el curso que viene, decirme lo que tienes aprobado y te aprobaré la asignatura - dice.
Guay, pagar para que me aprueben la última asignatura y tener el título. Toda una muestra de buen funcionamiento del sistema educativo, pienso. 9 créditos en tercera matrícula... 195,39 euros (más tasas) ¡por una asignatura que con los criterios de evaluación del año que viene ya tengo aprobada!
No, si cuando digo que gracias a algunos yupies de despacho de universidad me están quitando las ganas de ser trabajador social lo digo por algo... Así que nada, camino del sexto año matriculado en trabajo social, con todo menos dos asignaturas aprobadas desde hace tres cursos (en la fecha que marca el plan de estudios) y asqueado por dos profesores que han conseguido que, a día de hoy, el título me la bufe. ¡Bendita vida universitaria! Mañana iré a revisión y le contaré todo esto a la profesora. A ver qué me dice. Prometo contar el siguiente capítulo del culebrón.
2 comentarios
Diego -
Mikler -