A(i)gua(lluts)
Al igual que la Zinca , también la Esera tiene historias de agua, tan asentadas en el Alto Aragón. Agua que fluye, agua que cae desde las alturas, agua que se esconde, agua que se une, se empantana y se embalsa. Agua que modela, agua que se embotella , agua... En definitiva, vida.
Recuerdo las palabras de Jesús, mi pequeño acampado de JuveLino, en las que decía que el agua de la Zinca en Pineta simbolizaba la vida. Y por eso la atrapó en un bote, el bote de la vida. Y tanto... Yo añadiría más. Aquel agua no era sólo el agua de la vida. Era el agua del inicio de la vida, el agua del curso alto del río, la que todavía tiene camino por delante hasta el mar. Recordemos a Jorge Manrique; "Nuestras vidas son los rios / que van a dar en la mar, / que es el morir".
Tocar los ríos de la montaña es como tocar el inicio de la vida, como transportarte a una infancia feliz en la que dejar de lado nuestro mundo adulto de la ciudad. A veces, los ríos desaparecen bajo la piedra, como en el Forau d'Aigualluts, transportando el agua, transportando la vida joven a otros lugares, a nuevos horizontes, nuevas metas y nuevas personas y sensaciones. O sensaciones conocidas, pero olvidadas por la propia vida adulta. Absurdo invento (ver 15 días en agosto).
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