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Rincón Olvidado

Pensamientos en torno a la abuela del 40

Pensamientos en torno a la abuela del 40

Mi abuela me venía a buscar al colegio mientras mi madre curraba.  Lo recuerdo como si fuera ayer, me venía a buscar y le daba dos besos, en esa cara alegre pese a las hostias de la vida, esa cara enjuta en un cuerpo enjuto pero sabio.  A mi abuela siempre la he querido, incluídos esos días en los que evitábamos hablar de la enfermedad del abuelo, los últimos días del abuelo en su casa, viendo la televisión hasta la madrugada yo solo mientras la abuela me engañaba intentando hacerme creer que dormía.   Y aún pensaba yo que mi abuela dejaría de dormir sola...

Hoy subía en el último 40 triunfal, tras haber vencido el trivial del Gallagher, enfrente de las Murallas Romanas con Gusi-Variceloso y Celine y me he encontrado con una abuela -podría ser la mía- que se ha sentado a mi lado.  Yo iba a mi bola con el It's raining men en el iPod y al principio me ha molestado la señora, pero en unos diez segundos, amablemente, me ha preguntado que si me molestaba su bolso.  "Para nada", he respondido.  Y la señora se ha sentado a mi lado, con sus gafas, su pelo blanco y su agradecida cara.  Y entonces ha sido cuando una palabra me ha venido a la mente: "soledad".  Y mi vena de mediotrabajadorsocial teórico me ha saltado, analizando todas y cada una de las cosas, en el tiempo en el que un rayo toca el suelo, que podía observar: su pelo, su aspecto y esas bolsas de basura bajo el brazo, pese al glamour de su blanco bolso.  "Diógenes", he pensado, no sé si justa o injustamente.

Era la una de la madrugada y la abuelilla -que podría ser la mía- ha bajado al principio de la Avenida de San José, y me han entrado ganas de bajarme con ella e invitarle a un café, porque su soledad me ha hecho tocar fondo, ese fondo en el que ves el amor, en el que incluso llegas a ver a Dios, en ese fondo que a veces te mueve, pero no lo hace un jueves a la una de la madrugada.

Y he visto en sus ojos los ojos de mi abuela, la misma que me venía a buscar al colegio cuando yo era pequeño y me llevaba a jugar con mis cuadernos, mis rotuladores mágicos de colores y mis muñecos de cera.  Y, al fin, he comprendido, que la vida no es sino un camino hacia algún lugar del que no sabes nada y en el cual, no irás acompañado de nadie, sólo de tí mismo y de Dios -si es que no deja de ser una mera ilusión-. 

Y entonces, en el iPod han sonado los Chasing Cars... Y hasta aquí he llegado, delante del ordenador, con la interrogante abierta y mi vida resuelta, pero con la gran carga de haber visto en los ojos de aquella abuela el amor, pero también la desesperanza.

2 comentarios

Albertico -

En la vida vas acompañado de Dios?? Bueno, los cristianos igual...
Lo que más me ha sorprendido es que una abuela de ciudad pregunte si "molesta su bolso", eso no ocurre con frecuencia

laura -

Que bonito co!
snif snif