Blogia
Rincón Olvidado

San Valero, mi patrón

San Valero, mi patrón

San Valero, patrón de la Inmortal Ciudad de Zaragoh2no!za no pasa este año por ser más que un festivo más, de esos de dormir hasta hartarse y no sucumbir ante el yugo del despertador. Recuerdo que antes, días como éste eran días de levantarse temprano y con alegría, pues no había cole y coger el coche para viajar a los lugares más inhóspitos de la provincia, o de salir a dar un paseo y comprar el roscón más grande, o de dar una vuelta por el centro entre abuelos comiendo roscón gratis y esas cosas.

Antes, cuando uno era crío, los días festivos tenían otro sabor. El sabor de la ilusión de no hacer nada, de hacer algo diferente, de salir a la calle y tomarla como aliada. Hoy, San Valero, no es más que un día más en el calendario, en rojo sí, pero un día más. Recuerdo otros San Valeros, los de exámenes, cuando un día en rojo tenía el mismo valor que el oro. Cuando, a las ocho de la mañana, se hacía fila para entrar a estudiar en un prefabricado en el que el frío era el verdadero protagonista. Aquellos días en los que alguien traía un roscón a la sala de estudio y, la nata, el azúcar y las migas del bollo se mezclaban con los apuntes, aquellas largas tardes de enero en las que la música del -todavía- discman se mezclaban con las letras dulzonas que se leían en los libros que había que leer en 24 horas, letras que bailaban una tras otra y que daban significado a una vocación profesional, acompañadas del sabor de un porrico compartido, relajante y predispuesto a acompañarte en el estudio, haciendo más llevaderas las tardes de enero.

Escuchando Decalles (hoy, a las 20 horas en la manta del Roscón Rock de Plaza Redonda) no sólo recuerdo las personas que me han acompañado en el verano, sino que los sones musicales me recuerdan que hace bien poco estaba inmerso en la dinámica del estudio compartido, de las largas tardes (qué lentas pasan las tardadas d'ibierno) de enero acompañadas, no sólo de palabras con sentido, sino también de compañeros de camino. Hoy, primer año en muchos en el que San Valero es un día rojo más, como podría ser cualquier otro, se enciende la máquina del recuerdo, y me veo, en la carretera entre Fuendetodos y Belchite, consultando guías turísticas, o en el prefabricado de Inter 2, sentado en un pupitre, pasando hojas y hojas de Psicología o de Educación Social mientras la niebla baja, el frío entra por la ventana y por los cascos oigo cualquier música tranquila, que me acompañe palabra tras palabra.

Hoy, sólo queda algún café, tardes de cama sin hacer e ilusiones en forma de canciones en las que el recuerdo es el protagonista. Menos mal que mañana es día negro...

1 comentario

Alber -

¿Cómo que día negro, tron? Día blanco, tanto como Albus Dumbledore o la portada del último cedé de Fangoria.
A mí la música no me acompaña a seguir las palabras, me emuja a trompicones.
Y el Inter 2 no he llegado a conocerlo. Jo que caca de vaca este mundo. Encima lo sacan en un libro (que no me gustó, todo hay que decirlo). Uno, que es de gustos raros, ya ves. Jajaja.
Un abrazooo.