Obituario
Aún recuerdo cómo el coche gritaba y sufría mientras pedazos de hielo del tamaño de una nuez golpeaban con fuerza el capó y las ventanas al lado de Walqa. Y resistió. Y recuerdo también cómo el campeón se hizo en menos de una hora alrededor de 50 kilómetros para llevar a un niño gafotas desdentado al médico y a comprarle Ibuprofeno al valle de al lado. Y resistió. También recuerdo las mañanas perdidas por la ciudad, en la que la dormidera impedían ver el camino correcto por una ciudad en obras, mientras buscábamos la ficha de algún acampado en las Delicias... Y resistió.
El FedeMóvil siempre ha estado dispuesto para todo, para lo bueno y para lo malo, para llevar y traer, era una buena persona. Su recuerdo siempre estará con nosotros, subiendo puertos, rolando por carreteras terciarias en nuestro amado Pirineo. Es triste ver morir a alguien, pero más triste es que te lo maten. Los desgraciados que han acabado con él no saben que han acabado con muchas historias en ese coche, con mochilas e ilusiones, con botellas de ron y frascos de Ibuprofeno en suspensión, con el cálido recuerdo de un castorcillo hablando de la Selección Nacional Argentina mientras estaba dolorido tras perder un diente...
Hoy, sólo podemos recordar. Y salir en búsqueda de los cabrones que nos lo han robado. Al menos, para expresarles todo lo que nos han robado. Descanse en paz.
PS: La semana pasada le robaron el coche a Federo y le pretaron fuego en Las Fuentes.
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Diego -