Voto nulo, voto blanco,...
Voy a hacer una reflexión en torno al voto nulo y al voto en blanco. Ambos votos no tienen el mismo valor a la hora de repartir los diputados. Estas diferencias se notan cuanto más alto es el número de puestos a repartir, por lo que en las próximas elecciones de marzo es posible que no se note la diferencia entre los dos votos, aunque bien es cierto que todo puede pasar.
Corre la falsa leyenda urbana de que el voto en blanco significa apoyar al partido más votado. Esto no es exactamente verdad. El voto en blanco no se suma, pero por las peculiaridades del sistema electoral del Estado español, sí que es cierto que el voto en blanco beneficia a los partidos mayoritarios. ¿Por qué sucede esto? El reparto de escaños se realiza mediante un sistema denominado Ley D'Hondt, o proporcional corregido, que supuestamente otorga mayor representación a los partidos minoritarios. Este sistema consiste en colocar en las filas de una tabla a cada partido y en columnas los resultados electorales de cada partido divididos por uno, por dos, por tres, y así hasta el número de diputados a repartir. Posteriormente, se toman los valores más altos de esta tabla de doble entrada, tantos como diputados haya a repartir, y se asignan al partido que corresponda.
El problema es que para entrar a participar en este complejo sistema de reparto, los partidos políticos tienen que haber obtenido, al menos, el 3% de los sufragios válidos. Los sufragios válidos son aquellos que se han emitido y no son nulos. Es decir, los votos blancos cuentan para calcular este 3%, de manera que cuantos más votos blancos se emitan, más difícil es para los partidos minoritarios alcanzar ese 3% de votos necesarios para participar en el reparto de escaños mediante Ley D'Hondt.
Por lo tanto, aquellas personas que no opten por la abtención por principios, sobre todo quienes se encuentran más cerca de los partidos minoritarios, deben saber y conocer esta realidad, pues de esta manera, se introduce una nueva reflexión a la hora de ponerse delante de la urna. Uno puede no querer apoyar a un partido minoritario en concreto, por ejemplo porque le ha defraudado, o porque no comulga con su cabeza de lista, pero, ¿su discrepancia llega hasta el punto de contribuir al bloqueo de la elección del partido con el que puede simpatizar pese a que, en esta ocasión concreta, mantenga discrepancias? ¿Quiere el elector con su voto en blanco perjudicar el apoyo de otros partidos minoritarios?
Por eso es necesario reconocer el VOTO NULO DE CONCIENCIA como una posibilidad más a la hora de participar en las urnas. Puede, y generalmente, esconde un mensaje de profundo democratismo, de rechazo al bipartidismo, de crítica al sistema o a la partitocracia, de castigo a un partido minoritario, pero a la vez de no perjuicio a las voces más cercanas.
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