Sigue el bullying
En estos tiempos en los que diversos agentes sociales estamos sensibilizados para erradicar -entre otras cosas- el bullying, siguen saliendo a la palestra sangrantes casos en los que las familias no hacen nada, los centros educativos no hacen nada y las administraciones educativas tampoco hacen nada, asegurando fallos de procedimiento. Unos por otros, la casa sin barrer, y tener que trasladar a un hijo de Comunidad Autónoma por estas cuestiones no deja de ser, cuanto menos, alarmante.
Es el caso de Adrián, que hoy ha salido en el Periódico. Adrián es un nombre figurado, pero podría ser el de Pablo, el de Samuel o el de Ana. Es el nombre de todos esos niños y niñas que sufren, día a día y sin motivo, la pasividad de todas las personas que están a su alrededor y les impide crecer en igualdad, crecer con el miedo, crecer con la sensación de ser diferentes, simplemente porque el destino les ha obligado a ser la diana en la que caerán todos los dardos.
Adrián, hoy, se ha ido a Asturias, pero otros muchos adrianes irán detrás de él. Si Adrián no está, la diana será Pablo, Samuel o Ana, y así se repetirá el ciclo hasta que alguien tome cartas en el asunto, hasta que tengamos otro caso como el de Jokin que acabe en suicidio. Entonces lo lamentaremos y nos llevaremos las manos a la cabeza y diremos que no hemos podido hacer nada. Nos autocomplaceremos llorando y mirando al pasado, contando la historia de muchas vidas truncadas. La realidad es que a día de hoy se puede poner freno a este asunto, pero no es vistoso. Afecta únicamente a uno o dos chavales por curso, si es que llega a los extremos de Adrián y, calculadora en mano, no es electoralmente rentable.
0 comentarios